Durante la segunda mitad del siglo XX se genera y fomenta un discurso en torno a la cultura desde la activación de nuevas políticas públicas y la aparición de las industrias culturales y creativas que se articulaba en torno a una producción de la cultura cerrada y excluyente. La creación de cultura se organiza en torno a contenedores o centros culturales que promueven una construcción cultural contenida de la que la ciudadanía participa únicamente a través del consumo.

En contraposición, aparecen a lo largo de las dos últimas décadas otro tipo de espacios para la producción cultural. En ellos se comienza reflexionar sobre nuevos valores y conceptos como ‘procomún’, ‘prototipado’ o ‘ciencia ciudadana’. Se fomenta un acceso a la cultura completamente permeable del que ser parte mediante la participación productiva del contenido cultural. Estos espacios, en ocasiones definidos como “Laboratorios Ciudadanos”, se constituyen como infraestructuras comunes o cívicas, en las que más allá del acceso, se trabaja la producción de cultura y por tanto, de ciudadanía.

Con el discurso del acceso a la cultura promovido por los centros culturales tradicionales, su éxito era fácilmente evaluable desde lo cuantitativo a través, por ejemplo, del número de visitas, pero, ¿cómo podemos evaluar el impacto de estas nuevas infraestructuras cívicas en su capacidad de activación del territorio? ¿podríamos medir su capacidad de generación de redes?, ¿de contribución al procomún?, ¿de generación de nuevas realidades o imaginarios?, ¿de construcción de ciudadanía o nuevas comunidades?, ¿de capacitación y dotación de herramientas para la apropiabilidad y la autonomía ciudadana?

Proponemos el desarrollo de ‘Civímetro’, intentando dar respuesta a estas preguntas, para la generación de una metodología de evaluación que permita la medición de impacto de infraestructuras cívicas en el territorio.